Fundada en 1894 en la cercana calle de Jacometrezzo, fue en torno a 1930 cuando se trasladó a la Puerta del Sol, ocupando el local de ornamentos religiosos de Garín. En esta segunda etapa adopta la forma de un salón de Té muy elegante, cuyos camareros vestían con frac y hablaban el francés. El dueño, Juan Ripoll, introdujo los dulces típicos mallorquines como la ensaimada y el tortel. Ocasionalmente se reunían aquí a charlar algunas celebridades como Raimundo Fernández Villaverde o Francisco Silvela, aunque la lista de personajes célebres que la han frecuentado es muy larga. Al atardecer había una tertulia a la que asistían el pintor Aureliano de Beruete, Graíño, Adolfo Bonilla, Julio Puyol y Elías Tormo. En torno a 1960 se reforma el local, pasando el salón al piso de arriba y creándose la marquesina de granito, el atractivo rótulo de letras de hierro y la joven pastelera con su bandejita. En 1970 patentan el dulce más vendido en esta casa: la napolitana. La Mallorquina continúa siendo parte imprescindible del paisaje de la Puerta del Sol.
Foto: Álvaro Benítez.